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a personas inmigrantes

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Actividades de Afro

Filomena

Presidenta de Afro

“La relación de las mujeres con las otras mujeres es de servidumbre, porque la que viene a mi casa es mi criada, no es mi amiga”

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Filomena pisó Vitoria por primera vez en 1968 para dedicarse a la vida religiosa. Volvió a Angola, pero se casó con un misionero vitoriano y regresó a la ciudad en 1981. Desde entonces, siempre ha vivido en la misma casa del mismo barrio. Poco a poco empezó a darse cuenta de los problemas que tenían las personas que, como ella, habían migrado a Vitoria y decidió crear Afro, la Asociación de Residentes Afroamericanos, para intentar resolverlos.

 

Cuando Filomena pasa a abrir el local siempre hay mujeres esperándola en la puerta. Algunas hablan en castellano, otras no. Pero todas se reúnen en el mismo círculo y aguardan mientras comparten sus experiencias. Al llegar, Filomena las saluda sonriente una a una y las invita a pasar.

 

¿Qué tipo de ayudas ofrecéis desde la Asociación?

 

Tenemos dos pisos de acogida específicos para mujeres, pero no sé de dónde vamos a sacar el presupuesto para mantenerlos. Lo llevamos desde el 2002 y arrastramos números rojos desde entonces, porque tenemos una pequeña subvención del Gobierno Vasco que nos garantiza el pago del alquiler, de los gastos de agua, luz, calefacción… pero la vida no es solo eso. Para la alimentación ahora hay una parte que nos la puede proporcionar el Banco de Alimentos. Pero, ¿qué pasa?, que el Banco de Alimentos nos da lo que tiene en el momento que tiene y eso no cubre todas las necesidades.

 

En general, ¿tienen la mujeres más problemas que los hombres?

 

Las mujeres suelen venir con más necesidades que no sean solo comer y dormir. Tienen otros problemas como el cuidado de los hijos, su matriculación… Nosotros queremos apostar por una integración normalizada y para eso hace falta dinero. Porque si los niños van al colegio y no tenemos dinero para extraescolares, para mandarles a colonias o para comprarles una ropa mínimamente adecuada a su entorno,  acaban siendo dificultades.

 

A parte de apoyo institucional, ¿contáis con apoyo social?

 

No llegamos a la sociedad. Primero, porque no hemos hecho los esfuerzos para llegar, y segundo, porque la sociedad en general es hostil en relación a las personas migradas. Creo que la gente no es reacia para dar lo que sobra porque le ayudas a limpiar su casa. El problema es dar de lo que no te sobra; este discurso que tenemos a veces con los hijos de “no se puede estar tirando porque hay gente que muere de hambre en África”. Yo pienso, no mires a África tan lejos, que hay gente que se está muriendo de hambre aquí, a tu lado. Para mí ese es un discurso vacío, no le veo utilidad, no se da un paso más.

 

¿Cómo está organizada la Asociación?

 

Siempre hemos tenido voluntarios, pero nunca habíamos estado organizados y con todas las de la ley hasta hace tres años. Ahora hay un responsable del voluntariado y hemos hecho y presentado un proyecto. Te subvencionan la parte que ellos quieren, pero estamos procurando luchar y no morir en el intento. Al final esto se ha convertido en un punto de encuentro donde acoger a las personas y escucharlas. La gente viene porque quiere encontrarse, hablar, contar… A veces los problemas son muy delicados y hacemos que los que están aquí participen y se involucren para ver cómo podemos solucionarlo.

 

Uno de vuestros objetivos es el desarrollo integral de la mujer, ¿por qué visteis esa necesidad?

 

El feminismo hegemónico, el de siempre, el tradicional, discrimina a otras mujeres sin darse cuenta. Las mujeres que van a trabajar a casa de otras mujeres están trabajando para mujeres que luchan por sus derechos, contra el patriarcado, a favor del salario igualitario, la igualdad… pero se olvidan de que a esa que está en su casa no la mete en su carro para luchar por la igualdad, sino que la está discriminando. Esta es la realidad, y si queremos caminar juntos hay que reconocerlo, porque a muchas mujeres ese feminismo no las representa. Ellas piensan “no, yo no quiero igualdad de condiciones solamente con los hombres, yo quiero al menos contigo, con la mujer occidental”. Pero eso no cala. El feminismo tiene mucho que incorporar a su lucha y tiene que ser consciente de eso.

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